lunes, 21 de septiembre de 2015

CECAPSICOLOGÍA

AÑO 2015, SEPTIEMBRE- OCTUBRE VOL. 11 No. 84, 21/SEPTIEMBRE/15
Puedes usar la información de este artículo citando la referencia bibliográfica y respetando los derechos de autor. Toda la información de esta Publicación Educativa Cultural tiene Derechos Reservados.
Cómo citar el artículo:
Rosas, A. L. "Perder lo que no se ha tenido: Pérdidas simbólicas". (septiembre-octubre, 2015). Centro de Capacitación Profesional, Industrial y Profesional S. C. [en línea] 21 de septiembre,  2015. Vol. 11, No. 84. Disponible en Internet:  http://cecapip.blogspot.mx. ISSN 2007-9486.



Perder lo que no se ha tenido: 
"Pérdidas Simbólicas"
Ana Laura Rosas Bucio


La experiencia de perder, todos la hemos sentido, sabemos perfecto lo que se siente perder a alguna persona o situación que teníamos, y en la mayoría de los casos la gente alrededor nuestro ve nuestro dolor y lo comprende, en el sentido de saber que acabamos de perder algo que teníamos y que ahora ya no lo tenemos. 
Pero cuando las cosas, o situaciones o relaciones aún no existen en la realidad, ¿se pueden experimentar perdidas en estos casos?
A estas experiencias las vamos a llamar Pérdidas Simbólicas, y éstas hacen entonces referencia a aquellas situaciones de perdida donde el objeto perdido es intangible, ya sea porque se trate de conceptos como la dignidad, la autoestima, la libertad interna, la confianza o a situaciones que aún no existen como una idea que no se concreta jamás, una relación que nunca se da, un sueño que no se cumple. Otro ejemplo de Perdidas Simbólicas son las abstracciones existentes pero que no tienen una forma como lo que llamamos "la amistad, la relación de pareja, la seguridad, etc.".
Son entonces las perdidas sin un objeto real, sin una materia que enterrar o desprenderse, y esto le da a éstas pérdidas una connotación especial, porque como decía al principio de éste articulo son las perdidas de lo que no se ha tenido aún, o las cuales no existen como objeto en la realidad. 


Por ejemplo, cuando perdemos a un ser querido por fallecimiento, es muy clara la experiencia de la perdida, para nosotros mismos y los demás. Esa persona "existía" y ahora no "existe" mas. Pero cuando la perdida se da en una situación donde aún estamos con esa persona, pero aquello que nos unía; el amor, la confianza, la relación misma se ha perdido, al menos de principio es muy confuso, muy doloroso, y sin una fácil comprensión, ya que aún la persona existe, la o lo veo diario, convivo y aunque siento el dolor de la ausencia, la relación .- en este caso el objeto perdido intangible.- esta agonizando o ha "muerto" ya, pero nosotros no lo vemos con facilidad, lo sentimos, pero como la relación "continua" aunque sea sin una "relación o conexión verdadera", pero existe aún la convivencia diaria y esto entre otros factores hace que nos cueste trabajo ubicar la perdida.
O en los casos en donde una situación intangible como puede ser la "dignidad", el respeto propio, se ha perdido, también es complejo. Para empezar porque lo que puede significar para mi la dignidad, no necesariamente significa para lo otro. Dignidad viene del latín "dignus" que significa cualidad superior, y entonces termina siendo un termino tan abstracto y variable al mismo tiempo.
Ya el mismo, Dr. Freud en su libro Duelo y Melancolía hacía referencia al duelo cuando se perdían las abstracciones, de aquellas cosas que aún no existen o son intangibles pero que mientras estén en mi cabeza, en mi ser y mis sueños, existen porque tienen energía libidinal depositada ahí. Y mientras más energía tengan impresa, más dolor tendrá la perdida cuando ésta suceda.
Y entonces no puedo evitar pensar en la individualidad de estas abstracciones, en la carga que cada uno de nosotros deposita en conceptos como estos. Se y reconozco en mi y en los demás el valor y las cualidades que cada uno de nosotros tiene, valor universal, y personal que la ley, la ética y la moral confieren a cada uno de nosotros. La Declaración Universal de los Derechos Humanos, afirma que todos los seres humanos nacemos libres e iguales en dignidad y derechos, pero eso es ¿aplicable en la realidad?. 
En un orden de Derecho universal lo es, todos lo merecemos y deberíamos ser tratados con esa dignidad, con ese valor, pero cuando un niño ha crecido en una casa donde nunca ha sido tratado así, es obvio que lo ha perdido, pero desde siempre, desde el principio de su vida no tiene esa abstracción, y hoy logro comprender con mayor claridad como se puede convertir en esa "adulta, adulto" que se pone en situaciones donde perderá con facilidad ese respeto propio, ese valor y cualidad universal que su propia humanidad le confiere, quedándose por ejemplo en una relación o situación donde su dignidad podría estar seriamente comprometida. Y entonces pienso en la muchas veces que yo misma he preguntado, ¿que no tienes dignidad? ¿ donde está tu autorespeto? y pienso en que la pregunta misma lleva la respuesta incluída. No la tiene, tal vez nunca lo ha tenido, no lo sabe y por eso mismo "acepta" esas condiciones de trato o de relación. 
Si bien es cierto que se puede perder algo que no se ha tenido, es muy importante entender que aún y cuando no exista en la realidad o sea una abstracción, es muy importante que mientras este llena de esa energía que le daba la calidad de existente en mi cabeza, mi mente,  mi corazón o mis sueños. Yo ya lo había visto, sentido, y deseado, y si esto no se puede dar, existe una perdida simbólica, pero perdida al fin , ya que aún y cuando no exista en la realidad como lo puede ser una persona, objeto o situación, ésta la existía dentro de mi y estaba llena de toda una gama de emociones, esperanza y deseo ferviente de que algún día podría darse o que aunque no se pueda ver en la realidad existe como abstracción y la ejerzo siempre, como en el caso de la libertad interna, la dignidad, la confianza. 
Pero la pregunta sería y ¿que pasa con las personas que nunca han sido tratadas con dignidad, que nunca ha sentido confianza en los demás?, si desde siempre han carecido, y por lo tanto ha habido una ausencia de esas condiciones, ¿ellos son capaces de tener estas pérdidas simbólicas?.
La respuesta a esto sería si y no.
La perdida se da desde siempre  ya que carecieron de estas condiciones, pero ello/as no la experimentan como tal, porque esas condiciones nunca existieron en ellos y por lo tanto, estas abstracciones nunca han estado cargadas de esa energía. No nacieron si dignidad, eso es un hecho, todos nacemos con ella, pero no fueron tratados nunca de esa manera, no la conciben, no la entienden, no la tienen representada en su psique. 
Uno de los problemas importantes con las pérdidas simbólicas es el difícil trabajo de reconocimiento de la perdida misma, a dos niveles. Uno muy importante es el nivel personal, porque va a depender que lo que esos simbolismos representan en nuestra vida, y cargados de la energía necesaria para que fueran nuestros antes de que existieran en la realidad, como en el caso de la mujer que desea ser madre, pero que en determinado momento pospone por su propia decisión serlo y cuando decide ejercer su derecho (que ella lo considera un hecho real susceptible de ser alcanzado) y descubre que en realidad nunca iba a ser madre, no solo ahora, sino desde el principio, desde que ella ignoraba que podía no serlo y creía que sí. Esto es experimentado como una perdida muy dolorosa. Porque ella ya era madre desde siempre, la idea de ser madre ya estaba poderosamente cargado de emociones, sueños, ilusiones, esperanzas, y entonces al constatar en la realidad que sus deseos no podrán ser realizados, lo experimenta como una pérdida real, dolorosa, difícil. Pero entonces es cuando entra en juego el segundo aspecto, el social donde es complejo entender como puede sentirse así cuando en realidad ella no ha perdido un hijo en la realidad, ahora nosotros sabemos que eso si es cierto y eso es cierto no en la realidad tangible, pero si en la realidad abstracta, simbólica. 
Pero entonces en la situación inversa, desde lo personal la persona nunca ha experimentado eso que se llama confianza, dignidad, autorespeto, y por lo tanto aunque si es una pérdida simbólica real el hecho mismo de no tenerlo, ya que son condiciones inherentes a los seres humanos, algunos no lo experimentan como una pérdida, porque no se puede perder lo que nunca se ha tenido ni hecho propio, que nunca ha estado cargado de emociones pero desde lo social, todos los del alrededor destacamos la perdida, y reclamamos a esa persona su ausencia de auto-respeto cuando vemos como se expone a situaciones que llevan a descuidarse, exponerse a ser violentada/o. Pero ahí, la perdida simbólica, la experimentamos los demás, no la persona misma, si para ella/el, esta abstracción nunca estuvo cargada de la energía necesaria para que en su cabeza, en su corazón hubiera sido suya. 
Yo sí puedo experimentar la perdida de la confianza en otros, porque yo si he sentido esa confianza, la he gozado y disfrutado, es mía, y es importante en el establecimiento de mis relaciones con los demás. Yo si la tengo cargada de energía, de emociones. Pero para el que nunca la ha sentido, no confiar no es una perdida, es su modo y estilo de funcionamiento interpersonal, porque para él la confianza no tiene ni tuvo probablemente el valor que para mí sí lo tiene. 

Y todos los demás no comprendemos que es lo que le pasa, ¿porqué permite que su dignidad, que su respeto propio sea alterado?. Y esto nos pasa por varias razones, la primera porque estamos hablando de perdidas simbólicas, de conceptos abstractos y que son muy individuales, y segunda porque creemos que solo porque uno si las experimenta y nos son importantes para todos los demás lo debe de ser para esa persona.
Entender las perdidas simbólicas nos permitiría entonces entender mucho de la complejidad humana, de porque algunas personas experimentan algunas cosas de una manera y otros de otra. Porque hay dolor aún y cuando no haya "oficialmente" una pérdida. Porque las personas reaccionamos tan diferente ante abstracciones como éstas. 
Muy importante seguir trabajando en comprender estas pérdidas y saber como podemos ayudar a las personas que las han experimentado. Los terapeutas trabajamos con estos temas a veces sin entender que son duelos, pero que al no haber un verdadero muerto, una verdadera pérdida, no entendemos mucho del dolor de las personas. Pero el que no exista en la realidad un objeto material perdido, no significa que las personas no podamos tener un duelo. Y los tanatólogos si entienden que son perdidas, pero en las formaciones tanatológicas se mencionan pero aún no se trabaja  en cómo poder ayudar a esas personas, ya que la Tanatología como disciplina trabaja con las pérdidas por muerte y por enfermedad, cosas tangibles. Lo intangible, es aún mas complejo y es labor de los profesionales en salud mental comprender estas perdidas y saber cómo poder ayudar en estos casos. 
En un articulo de esta sección trabajaremos más adelante en cómo poder ayudar en los duelos de lo intangible.

Ana Laura Rosas Bucio
Directora general de 
CECAPIP S.C.




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Centro de Capacitación Profesional, Industrial y Profesional S.C. Año 2 No.84 semana 39 [21- 207septiembre] 2015. Es una publicación electrónica semanal editada  y publicada por el Centro de Capacitación Profesional, Industrial y Profesional S.C., ubicado en  Calle Hidalgo No. 17 A-203, Col. San Nicolás Tolentino, Delegación Iztapalapa, México D.F. CP. 09850. Tel. 01(55)54436420, www.cecapip.blogspot.mx, cecapip@hotmail.com., www.cecapip.com.mx .Editor responsable: Ana Laura Rosas Bucio.
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lunes, 14 de septiembre de 2015

CECATANATOLOGIA

AÑO 2015, SEPTIEMBRE- OCTUBRE VOL. 11 No. 83, 14/SEPTIEMBRE/15
Puedes usar la información de este artículo citando la referencia bibliográfica y respetando los derechos de autor. Toda la información de esta Publicación Educativa Cultural tiene Derechos Reservados.
Cómo citar el artículo:
Rosas, A. L. "Cuando un hijo muere". (septiembre-octubre, 2015). Centro de Capacitación Profesional, Industrial y Profesional S. C. [en línea] 14 de septiembre,  2015. Vol. 11, No. 83. Disponible en Internet:  http://cecapip.blogspot.mx. ISSN 2007-9486.



CUANDO UN HIJO MUERE
Ana Laura Rosas Bucio


"nunca había sentido un dolor tan profundo, tan pesado,
un dolor que hacía que cualquier otro fuera nada....
mi hijo había muerto....y yo estaba ahí parada
sintiendo eso tan devastador...deseando enormemente
que algo pasara para dejar de sentir ese dolor".
María, 33 años. Madre de Juan de 5 que muere atropellado.

Un hijo puede morir de muchas maneras: muerte antes o durante el nacimiento, o por muerte de cuna, accidentes, enfermedades, suicidios, asesinatos. Puede morir a cualquier edad y no importa cómo suceda, la muerte de un hijo siempre será una tragedia. No importa si la madre de 75 años pierde a su hijo de 50, o si la madre de 26 pierde a su hijo de 5 años, no es natural que un hijo muera antes que los padres.
La naturaleza nos indica que los mayores vamos a morir primero, así los abuelos, los viejos, mueren antes que los jóvenes....al menos eso creemos. Nunca estamos preparados para la muerte de un niño y menos si se trata de nuestro propio hijo.
Además, como padres somos responsable de la protección y cuidado de nuestros hijos, principalmente si son pequeños y su pérdida, su muerte, suele ser vivida como un fracaso y con grandes sentimientos de culpabilidad. ¿Qué hicimos o qué no hicimos para que sucediera?.
No existe manera de describir la magnitud del dolor de perder a un ser querido, y si es nuestro hijo el dolor suele ser aún mayor. Es una de las experiencias más difíciles y dolorosas que podemos sufrir. Es como caer y estar en la oscuridad, en las profundidades del sufrimiento y de la tristeza. Aunque nuestra vida siga, podemos sentirnos sin vida ya que estar en esas profundidades es muy confuso y doloroso. Es una experiencia que no tiene comparación con ninguna otra.
Cuando perdemos a nuestro esposo, los demás nos llaman viudas, cuando perdemos a nuestros padres somos huérfanos, cuando perdemos a un hijo, no existe un nombre para llamar a esa experiencia. El dolor es indescriptible, devastador, su ausencia se convierte en la única presencia que uno desea. Es un dolor que hace que todo lo que teníamos desaparezca, cuando nació ese hijo llegaron muchas bendiciones a nuestra vida. Cuando ese hijo muere la sensación puede ser que junto con él o ella todo lo que teníamos se fue.
A este sufrimiento le llamamos Duelo, y recordemos que es un proceso que inicia junto con la muerte de nuestro ser querido. Y que va a llevarnos un tiempo poder superar. Muchos padres que pierden a sus hijos preguntan cuándo se va a acabar el dolor. Y conforme pasa el tiempo y ven que el dolor no disminuye, se desesperan mucho.
Tenemos tolerancia ante el dolor físico y emocional. Si nos duele la cabeza, nos tomamos una pastilla y esperamos que en unos pocos minutos se nos quite el dolor. Y los padres que han perdido hijos llegan a pedir ayuda esperando que exista una receta mágica que les alivie de ese sufrir experimentan.
Cuando el coche se descompone, vamos al mecánico, lo repara y queda listo;  Cuando estamos enfermos vamos al doctor, y también después de un diagnóstico, nos receta y por lo general nos curamos a los pocos días. Pero ¿qué hacemos cuando sufrimos dolor emocional?..... para aliviar el sufrimiento hay que adaptarnos, el dolor nos va a acompañar mientras estemos vivos, ira con nosotros pero tenemos que aprender a vivir con eso. Necesitamos una forma de rehabilitación, por ejemplo: cuando perdemos la vista tenemos que aprender un sistema de lectura y aprendemos a usar un bastón. Vivir la muerte de un hijo, nos enseña nuevas maneras de adaptarse, la vida no será la misma después de la muerte, hay que aprender nuevas maneras de pensar, sentir, actuar.
El dolor va a enseñarnos lecciones. Aprendizajes que solo pueden verse cuando estamos en esa profundidad.
* La muerte de un hijo nos hace darnos cuenta de que no tenemos ningún control sobre la vida y aunque esta certeza nos genera angustia, nos tiene que llevar a entender que tenemos que aprender a vivir con toda su intensidad porque en cualquier momento la vida nuestra o de algún ser querido se puede acabar. A esto lo vamos a llamar Aprender a vivir con Fe, con fe de que mañana amaneceremos, pero con la certeza de que lo único verdadero que tenemos es Hoy.
* Aprendemos a Esperar, esa profundidad oscura y dolorosa nos hace detenernos y pensar en lo que es realmente importante, es esa espera aprendemos a conocernos a nosotros mismos y a valorar la vida y esas pequeñas cosas que hacen que esta valga la pena. Cosas que no cuestan dinero, cosas que nunca podrán volver a repetirse, pero que si aprendemos a esperar sucederán pequeños milagros que hacen que la vida valga la pena vivirse. Es como estar esperando que llegue el atardecer no podemos adelantarlo, ni atrasarlo, lo único que podemos hacer es esperar que llegue y si esto lo hacemos durante varias ocasiones descubriremos que nunca será el mismo. Estar con prisa, llenos de miles de cosas que hacer hace que nos perdamos de esas experiencias.  
* Aprendemos a tener Esperanza....esa esperanza de que algún día nos volveremos a reunir con nuestro ser amado, de que mañana puede ser un día mejor, de que podremos continuar con nuestra vida a pesar de la perdida.
Nunca olvidaremos a nuestro hijo, no nos vamos a recuperar de la pena ni hoy, ni en tres meses, el proceso lleva tiempo y en ese tiempo se tienen que aprender estrategias para seguir viviendo. Algunas estrategias que pueden ayudarnos son:
1) enfrentar un solo día a la vez, no preocuparnos de mañana o de cuantos días más nos faltan. Solo hoy.
2) Aunque se siente la necesidad de estar solo, lo que más ayuda es estar con los otros, principalmente con aquellos que están sufriendo igual que yo, mi pareja, los abuelos, los hermanos, tíos o primos, todos aquellos que también perdieron a un ser querido y que también están sufriendo, el dolor acompañado es más fácil de cargar que el dolor solitario.

3) Llorar es natural, es la forma en que el cuerpo libera el dolor y la tensión, también son una señal de fortaleza porque demuestran nuestra salud emocional, es una excelente manera de sanar nuestro dolor. Se puede llegar a sentir que nunca vamos a dejar de llorar, pero eso no es cierto. Algún día ya no habrá más lágrimas dolorosas. Y eso será un buen indicador de que nuestro duelo ya cerró.
4) Hay que permitir libremente la expresión de otras emociones, enojo, desesperación, culpa, son emociones normales que necesitan encontrar una salida correcta para que no nos lastimen.
5) Tener dudas es normal, preguntar a las personas correctas sería lo ideal, los médicos, un sacerdote, nuestra pareja. La muerte deja tantas interrogantes y no todas van a poder ser resueltas pero eso no nos quita el derecho de preguntar.
6) Una madre tiene una diferente manera de expresión de su dolor que un padre. Las mujeres y los hombres somos diferentes en cuanto a la expresión de nuestro dolor. Nosotras podemos llorar mucho, pero nuestro esposo, el padre de nuestro hijo muerto no; sin embargo eso no significa que no le duela. Preguntémosle, que la comunicación no se cierre. También vamos a aprender que el dolor tiene muchas manera de expresarse. Como pareja, los padres tiene que cuidarse mutuamente, y aunque en ocasiones existe la tendencia a culpar a alguno de los padres, es importante entender que la rabia, el odio, no va a regresarnos a el hijo muerto. Resolver esas emociones si puede evitar que existan más perdidas.
7) No olvidar a los otros hijos, ellos también perdieron un hermano y pueden estar sintiendo que va a perder a sus padres como consecuencia de la muerte de su hermano. Para ellos la pérdida puede ser múltiple.
8) Es bueno recordar el cumpleaños pero no celebrarlo. La muerte de un hijo no borra el hecho de que vivió, pero que no se nos olvide que ya no está vivo. No vamos a olvidarlo nunca, no debemos borrarlo de nuestra vida, pero hay que darle el lugar que ahora tiene, el lugar de un hijo muerto, que ya no está con nosotros en vida, pero que lo amamos y lo recordaremos desde la dimensión en la que está.
9) Hay que tener cuidado de aquellas personas que nos aconsejan que dejemos de llorar, que no dejamos descansar a nuestro hijo, que nos piden que tengamos resignación, que nos olvidemos de lo sucedido, o que ya no hablemos de nuestro hijo fallecido. Son personas que no tienen la intención de hacernos daño, pero que sin quererlo lo hacen. Llorar nos sana.... y no afecta el descanso del fallecido; pero dejar de llorar si entorpece nuestra curación. No necesitamos resignación, solo aceptación y ésta es un proceso que se irá consiguiendo poco a poco. No podemos olvidarnos jamás de nuestro hijo, ni de lo que sucedió, pero si podemos sanar nuestro dolor y eso sucede hablando, cuestionando, llorando, gritando, o lo que cada uno considere necesario. Todo esto pasara tarde o temprano, solo por favor no dejemos que los demás en su intención de no vernos sufrir, censuren la sana expresión de un dolor que solo se va a quitar si permitimos que éste salga.
Sobrevivir a la muerte de un hijo es muy difícil, pero recordemos que no estamos solos. Tal vez esta frase pueda ayudarnos:  "Señor, dame la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las cosas que puedo y sabiduría para poder diferenciarlas". Es una pérdida muy difícil, pero no imposible de superar. No estamos solos...... eso es algo que nunca hay que olvidar. 






Ana Laura Rosas Bucio
Directora general de 
CECAPIP S.C.




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lunes, 7 de septiembre de 2015

EDITORIAL DE LO PERDIDO LO ENCONTRADO

AÑO 2015, SEPTIEMBRE- OCTUBRE VOL. 11 No. 82, 7/SEPTIEMBRE/15
Puedes usar la información de este artículo citando la referencia bibliográfica y respetando los derechos de autor. Toda la información de esta Publicación Educativa Cultural tiene Derechos Reservados.
Cómo citar el artículo:
Rosas, A. L. "Editorial: De lo perdido lo encontrado". (septiembre-octubre, 2015). Centro de Capacitación Profesional, Industrial y Profesional S. C. [en línea] 7 de septiembre,  2015. Vol. 11, No. 82. Disponible en Internet:  http://cecapip.blogspot.mx. ISSN 2007-9486.



DE LO PERDIDO LO ENCONTRADO
Ana Laura Rosas Bucio


Siempre que tenemos una perdida, vamos a tener un gran dolor. Y ese dolor no nos permite darnos cuenta que siempre que tenemos una perdida también vamos a tener una ganancia. El dicho mexicano "de lo perdido, lo encontrado" hace referencia a eso, a las ganancias que tenemos después de las perdidas. 
Esto a veces no es fácil de comprender, ya que si la pérdida es muy significativa, el dolor nos va a inundar, vamos a extrañar y necesitar aquello que perdimos, tendremos reacciones propias de experimentar un duelo, nos vamos a sentir tristes, enojados, pero al mismo tiempo sucede que gracias a esa pérdida, obtendremos ganancias en muchos sentidos.
Dedicaremos este volumen a hablar de las pérdidas y lo que podemos obtener después de ellas. 
Siempre he pensado que concentrarnos solo en el dolor de lo perdido, no nos permite ver y capitalizar las experiencias. Y aunque entiendo el dolor, no puedo evitar invitarlos a que puedan "encontrar" muchas gratas situaciones después de que sucedió una perdida.
Pienso en los trabajos perdidos, y ahora veo que fue lo mejor que pudo haber sucedido. En ese momento no lo podía ver, pero después pude ver que esa pérdida me dio la posibilidad de nuevas oportunidades y experiencias, así como aprendí muchas cosas que no debo de realizar nunca mas, obvio para no volver a ponerme en esas situaciones.
Recuerdo las amistades perdidas, o las relaciones de pareja que en su momento no prosperaron, y aún con el dolor, me permitió crecer o madurar y darme cuenta lo que yo hice o no hice para que esas relaciones no funcionaran. Ademas de que reconocí las cosas que no me gustaron de esas relaciones y que ahora me permite elegir mejor a las personas cerca de mi vida. Perdí personas, pero gane en experiencia mucho mas de lo que perdí.
Perdidas va a haber muchas en nuestras vidas, y ganancias también, las perdidas nos producen tristeza, las ganancias alegría, y nuestra vida se va entre estas emociones en donde darle espacio a una y a otra nos va a permitir crecer y madurar. 


 He ganado lo que debía hacer, he perdido lo que nunca fue mío 
Pero esa pérdida me hace reconocer, que he ganado  lo que nunca perdí.
Mas todo lo contrario, si hoy estoy triste es porque recibí la alegría de ganar la paz que había perdido.
Quién sabe si nunca la tuve, es mas quien sabe si lo que siento es paz.
Y no es la muerte que persigue mis pasos por haber robado lo que no era lícito para mí.
Pero que la misma muerte me regaló, por compasión a mi soledad.
Una soledad que se mofa de la alegría que nunca tuve, 
pero que ella envidia por si acaso remotamente se acercara a mis alrededores
Estoy feliz gané mi libertad, mas cebé en mis ojos la tristeza que mis labios se niegan mostrar.
También gané la amargura,  el dolor, el sufrimiento  y otros regalos que justamente he ganado.
Nadie me diga nada he ganado lo que justamente nunca anduve buscando
Y he perdido lo que nunca gané, pero que no quería perder
Te alce en lo secreto, me vanaglorié, con la luz que demandabas 
Construí palacios de ideas, reinos de perpetuos imposibles.
Era mi mundo, si era mi mundo.
Un mundo que yo cree de la misma nada, pero que se hizo fuerte         
 Alejairo Montilla



Las mejores ganancias, tienen que sufrir la prueba de la perdida. 
Para hacerse ganancias. 
Emily Dickinson


En la sección de CECATANATOLOGIA, hablaremos de una de las perdidas más dolorosas que los seres humanos podemos experimentar, La perdida de un hijo, invitándonos a reflexionar acerca de esta perdida y del dolor que se experimenta.
en la sección de CECATIPS, hablaremos de las pérdidas irreparables que podemos tener cuando no cuidamos nuestros automóviles.
en la sección CECAPSICOLOGÍA, hablaremos de las pérdidas simbólicas, bajo el titulo Perder cuando no se ha tenido, reflexionando acerca de la experiencia de las pérdidas simbólicas y lo complicado que es entenderlas y elaborarlas.
en la sección CECASEXUALIDAD, hablaremos de la pérdida de la virginidad, de la primera relación sexual, su importancia y la apertura a nueva etapa en la vida de las personas. 
en la sección CECACHICOS, un pequeño colaborador nos platicará de las actividades que le gustan y de lo que tiene que hacer para poderlas llevar a cabo.
en la sección CECAPROFESIONES, unas amigas nuevas que conocimos en un viaje, nos hablaran de su incomprendida profesión como Licenciadas en negocios turísticos.
en la sección CECAMÉXICO, les platicaremos acerca de la tradición de Día de Muertos en México
Sera un volumen dedicado a las pérdidas, para que podamos reflexionar acerca de la experiencia de perder, pero también invitándolos a que puedan ver los beneficios a corto, mediano y largo plazo que pueden tener cada una de ellas



El arte

El arte de perder se domina fácilmente;
tantas cosas parecen decididas a extraviarse
que su pérdida no es ningún desastre.

Pierde algo cada día. Acepta la angustia
de las llaves perdidas, de las horas derrochadas en vano.
El arte de perder se domina fácilmente.

Después entrénate en perder más lejos, en perder más rápido:
lugares y nombres, los sitios a los que pensabas viajar.
                                           Ninguna de esas pérdidas ocasionará el desastre.

Perdí el reloj de mi madre. Y mira, se me fue
la última o la penúltima de mis tres casas amadas.
El arte de perder se domina fácilmente.

Perdí dos ciudades, dos hermosas ciudades. Y aun más:
algunos reinos que tenía, dos ríos, un continente.
Los extraño, pero no fue un desastre.

Incluso al perderte (la voz bromista, el gesto
que amo) no habré mentido. Es indudable
que el arte de perder se domina fácilmente,
así parezca (¡escríbelo!) un desastre.

Elizabeth Bishop


Creo que como Bishop lo afirma, perder es un arte, un arte que podemos dominar. Eso no significa que no nos duela, solo que deberíamos de entender la importancia de siempre capitalizar las experiencias, aprender a ver lo bueno en la tragedia, las ganancias que las perdidas nos dejan. Se que no es fácil, pero aprender de las pérdidas, nos permitirá no solo saber manejarlas mejor, sino a ver lo que podemos encontrar siempre que algo o alguien se va. 
No podemos decir especialmente que sucederá después de una perdida, pero estemos en la seguridad de que siempre, siempre habrá ventajas después de esa situación. Solo estemos abiertos a la experiencia. Sucederá, siempre sucede, solo necesitamos verlo, siempre que perdemos, ganaremos algo, una consciencia, madurez, libertad, experiencia, darnos cuenta de que tenemos muchas cosas mas, y seguiremos teniendo, así como las oportunidades se abrirán, como siempre sucede, solo estemos abiertos a que esas ganancias nos encuentren. O mejor aún ir a buscarlas y encontrarlas. 
Recuerden, los mexicanos decimos, de lo perdido, lo encontrado. Vamos en busca de las ganancias que todas las perdidas nos pueden dejar. 
El dolor pasara y entonces podremos ver las infinitas ganancias que hay detrás de perder. Y comprenderemos que nada en esta vida sucede sin una compensación, y la vida se trata de esa experiencia donde se nos da, se nos quita, se nos vuelve a dar y se nos vuelve a quitar. Siempre, todo lo que inicia, tiene que acabar, todo tiene un principio y un fin. Entonces vamos a buscar, de lo perdido, lo encontrado.
¡Gracias por su preferencia!, con este editorial les damos la bienvenida a un volumen más, orgullosos del éxito de la revista, de poder contar con su preferencia y su gran cariño. Nosotros trabajamos construyendo alternativas para un mejor futuro y ustedes son una parte esencial de ese compromiso, y además estamos en la seguridad de que compartimos con ustedes eso, las ganas de tener un mundo diferente, ¡un mundo feliz!


Ana Laura Rosas Bucio
Directora general de 
CECAPIP S.C.




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Centro de Capacitación Profesional, Industrial y Profesional S.C. Año 2 No.82 semana 37 [7- 13 septiembre] 2015. Es una publicación electrónica semanal editada  y publicada por el Centro de Capacitación Profesional, Industrial y Profesional S.C., ubicado en  Calle Hidalgo No. 17 A-203, Col. San Nicolás Tolentino, Delegación Iztapalapa, México D.F. CP. 09850. Tel. 01(55)54436420, www.cecapip.blogspot.mx, cecapip@hotmail.com., www.cecapip.com.mx .Editor responsable: Ana Laura Rosas Bucio.
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