lunes, 30 de marzo de 2015

CECACHICOS

AÑO 2015, MARZO- ABRIL VOL. 8 No. 59, 30/MAR/15
Puedes usar la información de este articulo citando la referencia bibliográfica y respetando los derechos de autor. Toda la información de esta Publicación Educativa Cultural tiene Derechos Reservados.
Cómo citar el artículo:
Carrasco  C.: "TDAH: un punto de vista desde la práctica psicoterapéutica". (marzo-abril, 2015). Centro de Capacitación Profesional, Industrial y Profesional S. C. [en línea] 30 de marzo, 2015. Vol. 8, No. 59. Disponible en Internet:  http://cecapip.blogspot.mx. ISSN 2007-9486.

TDAH: un punto de vista desde la práctica psicoterapéutica

Cristina Carrasco Ávila


Comentaba en el artículo de la semana pasada (CECAPSICOLOGÍA 23 de marzo, 2015) que los niños y las niñas de nuestros días han sufrido cambios radicales de comportamiento en relación a los niños que nosotros fuimos y uno de esos cambios es lo que hoy conocemos como TDAH.
Decía también que la finalidad es estos textos  era hablar de este trastorno desde la teoría hasta  la praxis, no desde la teoría, pues en algún momento el desarrollo empírico puede aportar más información real y de actualidad que los textos.

Soy psicóloga, y mi trabajo ha sido fundamentalmente desempeñado con niños con este tipo de “trastornos”, y he adquirido en mi práctica profesional  una idea diferente de las concepciones actuales del TDAH, sin embargo, por más trillada que pueda ser la definición, es conveniente iniciar brindando al lector experto e inexperto en materia de psicología clínica una definición que  se expondrá a continuación y referida como definición personal.

El TDAH por sus siglas es Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, mas en términos un tanto comunes, podemos entenderlo como una falta de capacidad que se gesta de manera inconsciente en el niño y que le impide organizar y/o realizar sus actividades de manera eficiente, planear, medir consecuencias, auto regularse, adecuarse a contextos propios, aprender de la experiencia, etc.  Esto catalogado de manera en extremo general  por la APA, pero en la praxis cotidiana; en el desempeño de mi trabajo me he dado cuenta de que existen muchas carencias en cuanto a lo ortodoxo y cuadrado que puede resultar el cuadro clínico con el cual se evalúa y se diagnostica  a los niños.

El departamento de psicología de la máxima casa de estudios de América latina; la UNAM, nos dice que aproximadamente el 12% de los niños en México padecen de este trastorno, sin embargo muchos de ellos no están tratados, ni siquiera se conoce a fondo  que el conjunto de  síntomas antes mencionados, pero no limitados sólo a esos, son un problema de corte neuro-biológico ,  y por lo mismo, la gente de manera regular es poco probable que trate a sus niños; pensemos entonces en un alto porcentaje de individuos que son catalogados por las instituciones como niños problemáticos, los mismos que en conjunto por la cantidad que representa se puede llegar a pensar que constituye un problema de salud publica.

Es lamentable que la falta de información provoque que los niños antes descritos y no diagnosticados; y aún peor, los que ya fueron diagnosticados y son tratados con terapeutas e incluso con fármacos, sufran una segregación de los círculos sociales y de las mismas instituciones, especialmente las escuelas, provocando esto un deterioro en la formación psicológica del niño, en su autoestima y en su formación emocional, principalmente porque les genera una sensación de inadecuación al contexto en el cual se desarrollan, pues muchos de ellos están consientes de sus diferencias y pese a su esfuerzo siguen siendo rechazados.


Lo anteriormente dicho deriva de un problema a nivel sistemático, pues no sólo son las escuelas como estructuras fundamentales de la educación, sino también los planes y programas educativos diseñados y no adecuados para este tipo de casos tan particulares, sin embargo, al pensar en estos niños como “problema” y pensar que son el 12% de la población infantil en nuestro país nada más, pudiéramos pensar que entonces ese problema es más un tipo de evolución de la especie,  porque lejos de las características que nosotros como terapeutas interpretamos y reconocemos como males y deficiencias, estos niños tienden a tener un coeficiente intelectual superior a la media a la cual seguramente la mayor parte de nosotros pertenecemos.

Estos niños, de manera general tienen como característica en un TDAH puro (sin trastornos comórbidos) que son en extremo optimistas, participativos, diligentes, dinámicos, sociables, sin mencionar lo antes dicho de su inteligencia y habilidad para resolver problemas “lógicos” con más facilidad que la gente promedio, aún con esto, es natural que la gente se asuste ante una situación con este tipo de niños, es menester entonces educar a la gente en una cultura más abierta para el TDAH, pues llegará el día en que deje de ser tipificado como problema o trastorno, y se entienda como una nueva manera de ver, aprender  y entender la realidad, mientras tanto los niños pueden ser tratados sin ningún problema con la participación de las escuelas, los padres y su terapeuta.

Si logramos involucrar los contextos anteriores en una dinámica de atención tripartita, la calidad de vida familiar y académica transcurrirá sin ningún problema, sin embargo, nos enfrentamos a padres que no atienden de manera debida a sus hijos; temerosos, sin información, sin interés; y a escuelas que prefieren etiquetar a estos niños y deshacerse del “problema” que esto les representa; lejos de involucrarse y creerse realmente su papel de formadores de individuos,  los maestros muchas veces se sienten con poca o nula disposición para actuar, entendiendo también que no tienen las herramientas y el conocimiento formativo para tratar estos casos, no es justificación pero es entendible, de aquí podemos derivar a la necesidad de instruirlos mediante cursos, capacitaciones, congresos, conferencias, talleres, etc. En los cuales se les brinde el conocimiento sobre el trabajo académico y emocional que genere el desarrollo normal del niño en las instituciones educativas.

Desafortunadamente, pareciera que aún estamos lejos de esto, debemos iniciar perdiendo el miedo a la terapia para después darnos cuenta que no es un mal, sino un mecanismo de desarrollo para los niños y las niñas,  entendamos entonces el proceso del TDAH como un ir y venir en el proceso educativo entre:

Te explico –  atiendes –  entiendes – aprendes.

El problema real con estos niños no está en el aprendizaje, ni tampoco en la comprensión directa de la información, sino en el segundo paso, el mantener la atención el tiempo suficiente para que el proceso se vea concluido, por lo cual, si el niño es detectado de manera temprana, es muy factible que no se genere ningún tipo de rezago académico, siempre y cuando se mantenga una interacción y una comunicación estrecha entre los antes mencionados padres, la institución educativa y el terapeuta, aquí deben intervenir muchos factores decisivos, por ejemplo el departamento psicopedagógico de cada escuela que detecte una insuficiencia o algún tipo de conducta que necesite ser reorientada, como puede ser el  TDAH o algún otro tipo de trastorno como el negativista desafiante, un trastorno disocial de la conducta,  ansiedad y depresión infantil, problemas de aprendizaje y disfunciones ejecutivas.


La psicología clínica, particularmente refiriéndose a materia de niños es una veta que pareciera inagotable de conocimiento e investigación y desarrollo, pues seguramente existen un cúmulo de características no descritas antes, mismas que se adecuan a cada niño haciéndolo un caso muy particular de estudio y tratamiento, aunado a esto tenemos características y antecedentes que aun no son visibles para la ciencia o que apenas inicia su investigación, tomando por ejemplo desde mi experiencia, que aproximadamente un 80% de los niños diagnosticados con TDAH, fueron producto de un embarazo complejo en cualquiera de sus circunstancias y en su mayoría fueron partos por cesárea, pudiera ser que todo esto sea una feliz coincidencia, pero la cifra es alarmantemente alta como para dejarla de lado y no proponer entonces una investigación por esta línea de información.


Queda un camino bastante largo por recorrer, es menester exhortar a  los padres a que se informen sobre las características y repercusiones que un trastorno no tratado puede generar, así mismo hacerles entender que el terapeuta no es aquel que trata “locos”, sino que orienta y ayuda para encausar saludablemente a las personas y volverlos así partícipes de la vida de sus hijos, no deslindando completamente la responsabilidad a las instituciones educativas, y a las mismas educarlas en una cultura de la tolerancia e inclusión de estos niños, que salgan de su zona de confort y busquen ayudar a los niños a desarrollar ese enorme potencial que tienen.

Un día en la vida de C. D.  de 8 años, con TDAH, un muy inteligente niño. 







Cristina Carrasco Ávila
Terapeuta especializada en TDAH


30 DE MARZO 2015.



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Centro de Capacitación Profesional, Industrial y Profesional S.C. Año 2 No.59 Semana 13 [30 marzo- 05 abril] 2015. Es una publicación electrónica semanal editada  y publicada por el Centro de Capacitación Profesional, Industrial y Profesional S.C., ubicado en  Calle Hidalgo No. 17 A-203, Col. San Nicolás Tolentino, Delegación Iztapalapa, México D.F. CP. 09850. Tel 01(55)54436420, www.cecapip.blogspot.mx, cecapip@hotmail.com., www.cecapip.com.mx .Editor responsable: Ana Laura Rosas Bucio.
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lunes, 23 de marzo de 2015

CECAPSICOLOGÍA

AÑO 2015, MARZO- ABRIL VOL. 8 No. 58, 23/MAR/15

Puedes usar la información de este articulo citando la referencia bibliográfica y respetando los derechos de autor. Toda la información de esta Publicación Educativa Cultural tiene Derechos Reservados.

Cómo citar el artículo:

Carrasco, C.: "El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad desde la teoría". (marzo-abril, 2015). Centro de Capacitación Profesional, Industrial y Profesional S. C. [en línea] 23 de marzo, 2015. Vol. 8, No. 58. Disponible en Internet:  http://cecapip.blogspot.mx. ISSN 2007-9486.


EL TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN DESDE LA TEORÍA

Cristina Carrasco Avila


En definitiva, los niños y las niñas de nuestros días han sufrido cambios radicales de comportamiento en relación a los niños que nosotros fuimos, esto podemos atribuírselo a distintas causas; desde una evolución socio histórica, hasta el desarrollo de la tecnología del conocimiento y la computación; sin embargo, otro factor decisivo ha sido lo que hoy conocemos como TDAH, es finalidad del texto hablar de este trastorno desde la teoría. En la sección CECACHICOS, la próxima semana hablaremos desde la praxis pues en algún momento el desarrollo empírico puede aportar más información real y de actualidad que los textos. Sin embargo primero sentemos las bases teóricas que nos permitirán tener una visión desde la experiencia de todos los estudiosos en el tema.

El TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad), es un trastorno neurológico hereditario en el que se ve involucrada una producción insuficiente de dopamina, cuyas funciones son la de analizar la información y prepararse para responder, la inhibición motora, cognitiva y emocional;   la planificación, y la memoria de trabajo a corto plazo; y de la noradrenalina que se encarga de la flexibilidad cognitiva, elegir la información más significativa, evitar lo que no sirve y fijar la atención en nuevos estímulos; al no producir el cerebro en cantidad suficiente estos dos neurotransmisores se ve limitada la capacidad de funcionar adecuadamente del cerebro ejecutor ubicado en el Lóbulo Frontal.


Existen tres subtipos:

·         Predominantemente inatento, el cual se caracteriza por no terminar las cosas que empieza de manera frecuente, a menudo parece que no escucha, se distrae fácilmente, se le dificulta concentrarse en tareas escolares.


·    Predominantemente hiperactivo e impulsivo, cuyas características son, por ejemplo,  actúa antes de pensar, cambia excesiva y desorganizadamente de una actividad a otra, le cuesta trabajo organizar las tareas, requiere de una supervisión constante, tiene dificultad para esperar su turno, tienda a correr por todos lados, le cuesta trabajo permanecer en su lugar o sentado, no mide el peligro, pareciera que su energía no acaba.

· El mixto o combinado, en el cual podremos encontrar una combinación de características del subtipo inatento e hiperactivo-impulsivo.

El TDAH se puede diagnosticar mediante entrevista clínica con un psicólogo/psiquiatra los cuales tienen la responsabilidad de hacer una valoración exhaustiva mediante escalas psicométricas, a través de una investigación profunda del contexto heredo-familiar y escolar del niño, y de ser necesario electroencefalogramas o mapeos cerebrales.


El tratamiento del TDAH es multidisciplinario e integral, pues incluye el psicólogo cognitivo conductual preferentemente y al neuropediatra en caso de ser necesaria la ayuda farmacológica; así mismo al psicólogo educativo, los maestros de la escuela con quien convive el niño y en definitiva una participación activa por parte de los padres de familia.

La edad de aparición del trastorno es en los primeros 5 años de vida del niño sin embargo tiende a recrudecerse durante su inserción en la vida escolar, es decir a los 7 años de edad, pues empieza a tener un deterioro académico y social. El TDAH detectado y tratado a temprana edad es algo que puede ser psicoeducado de manera bastante favorable y con muchas probabilidades de no requerir medicación, evitando el retraso cognitivo, la baja autoestima, las etiquetas escolares, las expulsiones de las instituciones educativas y generando que la vida del niño transcurra como la de cualquier otro; obteniendo los mismos logros e integrándose socialmente de manera sana; De manera contraria y comúnmente, cuando es detectado tardíamente este trastorno puede evolucionar y  traer consigo trastornos comórbidos tales como el Trastorno Negativista Desafiante, El Trastorno Disocial de la Conducta, Ansiedad y Depresión Infantil, Problemas de Aprendizaje y Disfunciones Ejecutivas.

Una vez detectado que el niño tiene TDAH el abordaje psicológico es indispensable, pues el proceso terapéutico tiene como finalidad enseñar al niño a manejar el proceso atención, de establecer contacto ocular cada vez que escuche su nombre, que aprenda a seguir reglas e instrucciones, a esperar su turno, a integrarse, es decir, a superar todas aquellos síntomas característicos del TDAH.

El abordaje del niño TDAH desde el contexto familiar deberá generarse a partir de un ambiente estructurado en la vida del niño, es decir, habrá de crearse una rutina y tratar de que el niño permanezca en ella lo mas consistentemente posible, no se trata de imponer una rutina con horarios estrictos, porque esto a la larga puede resultar difícil y cansado,  basta solamente con enlazar una actividad con otra y que diariamente tengan el mismo orden,  en caso contrario el día que fuese distinto se debe tratar de dar recordatorios al niño de que ese día la agenda será diferente; el esfuerzo que hacen estos niños por hacer las cosas bien es muy grande, lamentablemente con frecuencia no dan en el blanco, por lo cual es necesario que los padres sean pacientes y tolerantes ante el aprendizaje a prueba y error que tiene el niño.


Así mismo, es menester que los padres observen congruencia conductual para que el niño desarrolle el aprendizaje por imitación, esto ayuda bastante a modelar la conducta de cualquier niño, pero en especial al niño TDAH pues él observa un patrón y se guía por dicho patrón; tanto en cuestiones de orden como de control de emociones y de la manera de reaccionar del adulto.

Otro punto importante es darle el valor a los logros del niño, reforzándole para que  aumente sus conductas asertivas y tratando de ignorar todo aquello que no sea significativo; estos niños responden favorablemente si son debidamente estimulados positivamente.


El abordaje desde el ambiente escolar resulta más complejo debido entre otras cosas a que la educación no es personalizada, hay un mínimo de 20 niños por aula en escuela privada y en una escuela pública entre 30 y 40 niños;  entonces el docente aparte de desconocer como se trabaja con el niño con TDAH, deberá asegurarse de que el resto también lo haga; otro factor que dificulta el desarrollo del niño en clases es que cada tarea tiene un tiempo aproximado asignado y que en ese tiempo el niño deberá terminar su actividad para pasar a otra, el desarrollo de la actividad del niño tiene una temporalidad diferente a la de un niño que no tiene el trastorno.

Sin embargo, aún cuando existen estos factores atenuantes, si existe una colaboración y comunicación constante y fluida entre el maestro y la familia del niño con el trastorno, se puede resolver la deficiencia que vaya presentando el niño; las tareas no concluidas, por ejemplo, se pueden terminar en casa y presentar al siguiente día, se puede evaluar al niño en función de su esfuerzo y no propiamente del producto completo, incluso en determinado momento si el niño no contesta un examen el docente puede/debe aplicar el examen oral, se dará cuenta que el niño conoce mas de lo que puede plasmar debido a la inatención que presenta.


Conductualmente el niño TDAH genera disrupción dentro del contexto escolar,  pues es común que se esté parando, que pida permiso constantemente para salir al baño, para tomar agua, que se le caigan los lápices, etc., esto es debido a que hay una necesidad no consiente de estarse moviendo y parando (no es por llamar la atención); estas características pueden moderarse e irse condicionando si desde dentro del aula el docente permite al niño moverse dándole roles de “importancia”,  de manera que le ayude a repartir y recoger hojas, colores, a manejar el cañón, etc.  y mediante acuerdo con el niño se consensara la cantidad de veces que sale al baño y a tomar agua.

Si una vez hecho todo lo antes mencionado, la intensidad de los síntomas del  niño con TDAH no disminuye considerablemente y mejora el desempeño familiar y escolar, se requiere la intervención de un neurólogo pediatra para que ordene estudios (electroencefalogramas, mapeos cerebrales, etc.) y considere si es pertinente recurrir a la farmacología.


Espero que esta información nos pueda dar una breve introducción al tema y nos permita tener más claridad acerca del mismo y los espero la siguiente semana en la sección CECACHICOS donde hablaremos del TDAH, desde un punto de vista de la "práctica" en mi ejercicio como psicóloga clínica especializada en estos casos.




Cristina Carrasco Ávila
Psicoterapeuta especializada
en TDAH
cristyca6@hotmail.com

23 DE MARZO 2015.






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Centro de Capacitación Profesional, Industrial y Profesional S.C. Año 2 No.58 Semana 12 [23-29 marzo] 2015. Es una publicación electrónica semanal editada  y publicada por el Centro de Capacitación Profesional, Industrial y Profesional S.C., ubicado en  Calle Hidalgo No. 17 A-203, Col. San Nicolás Tolentino, Delegación Iztapalapa, México D.F. CP. 09850. Tel 01(55)54436420, www.cecapip.blogspot.mx, cecapip@hotmail.com., www.cecapip.com.mx .Editor responsable: Ana Laura Rosas Bucio.

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lunes, 16 de marzo de 2015

CECATIPS

AÑO 2015, MARZO- ABRIL VOL. 8 No. 57, 16/MAR/15
Puedes usar la información de este articulo citando la referencia bibliográfica y respetando los derechos de autor. Toda la información de esta Publicación Educativa Cultural tiene Derechos Reservados.
Cómo citar el artículo:
González  A.: "Cambio de Frenos Traseros". (marzo-abril, 2015). Centro de Capacitación Profesional, Industrial y Profesional S. C. [en línea] 16 de marzo, 2015. Vol. 8, No. 57. Disponible en Internet:  http://cecapip.blogspot.mx. ISSN 2007-9486.


CAMBIO DE FRENOS TRASEROS


Hola a nuestros lectores,

Como quedamos en el articulo anterior, ahora les mostrare como cambiar los frenos traseros de nuestro vehículo.

La función de éstos como todos sabemos es la de reducir la velocidad del vehículo hasta detenerlo en caso de ser necesario.

El efecto de frenado consiste en absorber la energía cinética producida por el vehículo en movimiento, energía que es transformada en calor por el rozamiento mutuo entre los componentes del freno, tales como zapatas de freno y tambor, pastillas de freno y disco, etc., y disipado a la atmósfera.

En la acción de frenado intervienen otras fuerzas, además del sistema de frenos. De ellas destacan los rozamientos de los componentes de la transmisión, la resistencia opuesta por el aire al desplazamiento del vehículo y el mismo motor cuando actúa como freno por girar más rápido las ruedas que el propio motor.

Les presentare algunos de los principales tipos de frenos traseros con y sin servo.






El tutorial se presentará en dos partes debido a su extensión.
Hacer click en el tutorial...
CAMBIO DE FRENOS TRASERO 


CAMBIO DE FRENOS TRASEROS SEGUNDA PARTE

Una vez más les agradezco el tiempo prestado a este articulo dejándoles una tabla de posibles fallas y en qué casos podemos hacer las reparaciones nosotros mismos y en cuales podemos requerir apoyarnos en el servicio de un mecánico.



 

Muchas gracias por seguirnos, ¡hasta la próxima!


Alejandro González López
Director Administrativo 

de CECAPIP S.C.



16 DE MARZO 2015.



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Centro de Capacitación Profesional, Industrial y Profesional S.C. Año 2 No.57 Semana 11 [16-22 marzo] 2015. Es una publicación electrónica semanal editada  y publicada por el Centro de Capacitación Profesional, Industrial y Profesional S.C., ubicado en  Calle Hidalgo No. 17 A-203, Col. San Nicolás Tolentino, Delegación Iztapalapa, México D.F. CP. 09850. Tel 01(55)54436420, www.cecapip.blogspot.mx, cecapip@hotmail.com., www.cecapip.com.mx .Editor responsable: Ana Laura Rosas Bucio.

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lunes, 9 de marzo de 2015

CECATANATOLOGÍA

AÑO 2015, MARZO- ABRIL VOL. 8 No. 56, 09/MAR/15

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Cómo citar el artículo:
Rosas A. L.: "Que pasa cuando perdemos alguna parte o función en nuestro cuerpo". (marzo- abril, 2015). Centro de Capacitación Profesional, Industrial y Profesional S. C. [en línea] 09 de marzo, 2015. Vol. 8, No. 56. Disponible en Internet:  http://cecapip.blogspot.mx. ISSN 2007-9486.

QUE PASA CUANDO PERDEMOS ALGUNA PARTE O FUNCIÓN EN NUESTRO CUERPO

“Sólo es imposible si lo crees.”
El Sombrerero Loco de Alicia en el país de las maravillas

Cuando nací, una de las primeras cosas que hizo mi madre fue revisarme… ¡Sí! literalmente ¡revisarme! ¿Qué significa esto?.  Revisó mi cuerpo, para ver si tenía dos manitas, con sus cinco dedos cada una, igual que mis pies; revisó mi cara, verificando que “todo estuviera en su lugar”, ella contaba. A mí, cuando me lo contaba, me parecía una graciosa historia. Pero cuando nació mi hija hice lo mismo, y no por indicaciones de mi madre, ni por seguir ninguna tradición, sino porque me interesaba saber si todo el cuerpo de mi hija estaba formado y útil para lo que le esperaba en la vida. En ese momento comprendí a mi madre, pues el cuerpo es nuestro instrumento con el cual podemos relacionarnos con el mundo y con los demás. Además de que gracias a tenerlo somos una persona y tenemos vida.

Por lo general no apreciamos el cuerpo que tenemos
La mayoría de nosotros nacemos con cuerpos similares: dos manos, dos pies, una nariz, dos ojos, dos oídos, etc..., y gracias a este cuerpo caminamos, abrazamos, observamos, escuchamos y más. Y siempre consideramos que este cuerpo completo va a acompañarnos a lo largo de nuestra vida. Pero luego empezamos a querer que sea más bonito, más delgado, menos grande, más estético, según estándares de belleza bastante irreales y fuera de toda posibilidad para la mayoría de los seres humanos. Es entonces cuando empezamos a pelear con nuestro cuerpo: “debería ser más pequeño; los ojos deberían haber sido de otro color, con un tamaño más grande”... y llegamos a pensar que algo está mal en nosotros. De ahí en adelante pasamos la vida queriendo cambiarlo, deseando que partes de él no sean como son.

Circunstancias en que podemos perder una parte o función de nuestro cuerpo

Pero, ¿qué pasa cuando por un accidente o una enfermedad perdemos una parte de nuestro cuerpo, de aquel que hemos criticado o rechazado tanto? ¿Qué pasa cuando perdemos un brazo, un dedo, un pie o tal vez hasta una pierna completa o las dos piernas o cuando, como consecuencia de un accidente, perdemos alguno de nuestros sentidos?
En mi trabajo como tanatóloga he conocido gente en estas circunstancias, personas que a consecuencia de un accidente o de una enfermedad perdieron una parte de su cuerpo. A veces sucedió repentinamente y a veces de forma gradual. Una vez conocí a una mujer que después de haber sido atacada en su casa, como consecuencia de una brutal golpiza, perdió la visión de su ojo derecho, junto con la audición del mismo lado. También hace tiempo conocí a un joven que en un accidente de trabajo perdió su brazo completo cuando éste se atoro con la máquina con la que trabajaba. Hace poco, en un curso, conocí a una mujer joven muy preocupada porque le acababan de detectar glaucoma y como consecuencia de esa enfermedad iba a perder la vista gradualmente. Su mayor
preocupación era su hijo con discapacidad, ya que ella era el principal sostén del pequeño. Y también está la historia de un padre de tres hijos, quien regresando de trabajar, mientras conducía su auto, fue impactado por el de un par de chicos alcoholizados, perdiendo la capacidad de mover ambas piernas. Podría enumerar muchas más historias y, sin importar cómo haya sucedido cada una, todas tienen en común que las personas perdieron una parte de su cuerpo o perdieron alguna capacidad o habilidad. Otra cosa en común que tienen estas personas es que antes del accidente o enfermedad, en su mayoría no tenían mucha conciencia de lo útil que era el sentido, habilidad o parte del cuerpo que perdieron. Es hasta el momento en que sucede, cuando las personas tomamos conciencia de lo que estamos realmente perdiendo. Algo parecido sucede cuando perdemos a una persona, ya sea por muerte o por separación: por ahí dicen que uno no se da cuenta de lo que tiene, hasta que lo pierde.

Tenemos que aprender a vivir sin lo que perdimos
Cuando perdemos a seres queridos, o cuando perdemos una parte o función de nuestro cuerpo, tenemos que aprender a vivir sin lo perdido. Cuando perdemos a personas, hay que aprender a vivir con el vacío que dejan. Algunas personas tienen que aprender una habilidad para trabajar por un ingreso, si dependían de la persona que perdieron. Cuando perdemos alguna parte o función de nuestro cuerpo, también se genera un vacío con el que hay que aprender a vivir y, en este caso, siempre implica aprender nuevas habilidades para sobrevivir.
Como uno ha caminado siempre para llegar a algún lado, el poder caminar no es valorado. Pero si ahora uno tiene que trasladarse en silla de ruedas para llegar a donde se requiere, esto representa un gran reto. Como siempre hemos utilizado nuestros ojos para ver, ya no les damos importancia, pero luego de un accidente o enfermedad que nos lleven a perder la vista, entonces nos encontramos ante una gran pérdida.

El riesgo de perderse
Hemos dicho en artículos anteriores que a los seres humanos no nos gusta
perder, ni personas, ni cosas, ni circunstancias. Pero, ¿qué nos pasa cuando perdemos una parte de nuestro cuerpo? Caemos en el error de perdemos a nosotros mismos. Ya no sabemos cómo funcionar en nuestro medio. Si la vida antes era complicada por otros motivos, ahora es aún más complicada, porque tenemos que aprender cosas demasiado básicas, como aprender a desplazarnos o a manipular objetos de manera diferente, ya sea utilizando otras partes o funciones de nuestro cuerpo o por medio de aparatos. En nuestra propia casa, tenemos que aprender a movernos de manera diferente. Es un volver a empezar, como cuando éramos niños, con la dificultad que implica que ahora “ya no estamos completos”. En este punto, descubrimos que aunque nuestros ojos no nos gustaban por su color o su tamaño, en realidad nos eran extraordinariamente útiles. Que aunque nuestras piernas estaban muy flacas o muy gorditas, ahora que ya no están, eran las mejores. Repentinamente, nos encontramos ante una pérdida doble; una es la pérdida por la parte faltante de nuestro cuerpo (nuestros ojos, oídos, mano, etc.), y otra es la pérdida que se siente al darnos cuenta de que nunca nos pusimos a valorar nuestro cuerpo así como era; al darnos cuenta de que pasamos nuestra vida sin darle valor a lo perfectos que éramos. Cuando nació mi hija, yo le di gracias a Dios porque su cuerpo era perfecto, seguramente mi madre hizo lo mismo y en el caso tuyo, querido lector, probablemente pasó igual.  ¿Cuándo dejamos de ver la perfección? Cuando dejamos de mirar a nuestro cuerpo con consideración. Perder una parte o función de nuestro cuerpo siempre implica adquirir nuevas habilidades.

Personas que nos enseñan a no rendirnos
He conocido a personas que después de una experiencia como esa, se rinden, pues creen que ya perdieron todo, se sienten perdidos de sí mismos y se deprimen, algunas llegando al extremo de dejarse morir. Otras, aunque no llegan a ese extremo, ahora se consideran “minusválidos”, “discapacitados” que no sirven para nada, que son una carga para los demás. Pero también he tenido la oportunidad de conocer a otras personas que, a pesar de estar en las mismas circunstancias, se han convertido en ejemplos de vida, porque deciden reencontrarse consigo mismas, porque dan valor a su cuerpo, a su vida y a su experiencia, y se arriesgan a vivir y a aprender nuevas habilidades. Y lo que ha sido para mí lo más importante es que las personas con esta actitud nos enseñan que nunca debemos rendirnos, y que mientras estemos vivos, ¡siempre se puede! Si bien es
cierto que la vida no es sencilla en esas circunstancias, eso es lo que los convierte en seres humanos valientes. Nada nos garantiza, a ninguno de nosotros, que siempre estaremos sanos o “completos”, por lo que estas historias pueden enseñarnos que nunca debemos rendirnos en ninguna circunstancia.
Cuidemos y valoremos nuestro cuerpo y nuestras relaciones con los demás, pero, si por alguna razón sufrimos una pérdida, tengamos claro que mientras estemos vivos podemos volver a empezar, las veces que sean necesarias. ¿Cuántas?... las que sean necesarias. Siempre podemos volver a empezar, porque el ser humano tiene tantas capacidades guardadas, desconocidas para sí mismo, que muchas veces es hasta que estamos en momentos de dificultad cuando desplegamos todo nuestro potencial.

Siempre podemos aprender cosas nuevas
Nada es más falso que pensar que por el hecho de que seamos mayores no podemos aprender cosas nuevas. Siempre podemos aprender. Siempre podemos dar lo mejor de nosotros mismos. Siempre podemos valorarnos, querernos, reconocernos como seres humanos valiosos, útiles, hermosos. No importa la forma, color o tamaño de nuestro cuerpo, siempre es perfecto, ¡porque es nuestro!, ¡porque está vivo!, ¡porque puede lograr mucho! Circunstancias donde podemos perder algo puede haber muchas, como el perder una parte del cuerpo, el perder un sueño, el perder una relación o la muerte de un ser querido, pero ello no forzosamente tiene que implicar que nos perdamos a nosotros mismos. Es natural una reacción inicial de duelo en la que se sufra un gran desconcierto, pero no quiere decir que así nos vamos a quedar. Tal vez sólo sea cuestión de preguntar, de preguntarnos a nosotros mismos: ¿y ahora en la nueva circunstancia en la que estoy, qué es lo que quiero? Es cuestión de estar convencidos de que en estas circunstancias es donde podemos redefinir muchas cosas de nosotros mismos y sacar nuestro potencial. Al principio no será fácil,
pero en esas circunstancias realmente tenemos la oportunidad de ser lo que no hemos sido, de dar de nosotros lo que no hemos dado. Ojala no esperemos hasta estar en la situación de sufrir alguna pérdida para intentar hacerlo. En cualquier momento podemos sacar el potencial, aprender nuevas habilidades. He tenido alumnas que creían que ya no estaban en edad de aprender y han terminado carreras universitarias o aprendido habilidades que les permitieron conseguir un nuevo trabajo o nuevas oportunidades en su vida. Nada puede limitarnos más que nosotros mismos. De quien pierde una parte de su cuerpo, se dice que tiene una “discapacidad”, de quien nace con “deficiencias”, también. Incluso hay seres humanos que estando sanos y “completos” también tenemos “discapacidades emocionales” que nos hacen creer que no podemos en la vida. En realidad, todos tenemos capacidades diferentes, que nos hacen especiales, únicos. Tal vez lo que necesitamos es tomar la decisión de valorarnos, querernos, respetarnos, cuidarnos y sacar toda la energía positiva que tenemos para beneficio en nuestra vida y en la de los demás.

Ana Laura Rosas Bucio

Directora General 

de CECAPIP S.C.



9 DE MARZO 2015.



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Centro de Capacitación Profesional, Industrial y Profesional S.C. Año 2 No.56 Semana 10 [09- 15 marzo] 2015. Es una publicación electrónica semanal editada  y publicada por el Centro de Capacitación Profesional, Industrial y Profesional S.C., ubicado en  Calle Hidalgo No. 17 A-203, Col. San Nicolás Tolentino, Delegación Iztapalapa, México D.F. CP. 09850. Tel 01(55)54436420, www.cecapip.blogspot.mx, cecapip@hotmail.com., www.cecapip.com.mx .Editor responsable: Ana Laura Rosas Bucio.

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